lunes, 27 de agosto de 2007

TRAYECTORIAS

Octavio Ianni
Nació el 13 octubre de 1926 en Itu, en el interior del estado de São Paulo. Vivió en esta capital casi toda una vida marcada por las aulas universitarias, la investigación y el compromiso político. En 1956 se graduó de maestro en sociología con una tesis sobre problemas raciales y de ascenso social en Florianópolis, capital del Estado de Santa Catarina.[1] Tres años después se doctoró, pero ya llevaba tiempo trabajando en un tema en el que se volvería un referente, y que sería uno de los ejes fundamentales de su pensamiento: el esclavo y la negritud en Brasil.
En los primeros años, Ianni trabajó con Fernando Henrique Cardoso, el entonces futuro presidente de Brasil, con quien compartió el interés por las diferencias raciales como desafío verdadero para la construcción de la democracia y la igualdad en el país. La negritud fue contrastada por ambos con la noción de clase social y de allí salió Cor e mobilidade social en Florianópolis: aspectos das relações entre negros e brancos numa comunidade do Brasil meridional, que se publicó en 1960.
Florestan Fernandes escribe el prefacio de este trabajo, sobre un tema al que Ianni volverá una y otra vez a lo largo de los años: el papel de las ciencias sociales, no sólo limitadas a presentar la realidad, sino asumidas como fuerzas sociales que actúan directamente configurando esa misma realidad que describen. Allí, Fernandes apunta a cerca de los discursos sociológicos y políticos que daban por aceptada la tesis de que Brasil gozaba de una democracia racial, y pide:

cuestionarse estos resultados a la luz de argumentos que no hacen otra cosa que justificar y defender concepciones económicas, políticas y morales de los grupos sociales que siempre sacan provecho de las desigualdades y las diferencia de oportunidades, consagradas o mantenidas por órdenes sociales heredados del pasado. [2]

En este trabajo hay una preocupación analítica por entender la manera en qué la negritud influye en la movilidad social, por sus presupuestos ideológicos y su sistema de inferiorización cultural, que fueron relegando al negro de esclavo a clase subalterna.[3]
Quizá es posible aventurar que estas primeras apariciones académicas abrieron una etapa de renovación de las ciencias sociales, así como el nacimiento del grupo uspiano, como se le conocerá, por las siglas de la Universidad de São Paulo, que durante varios años fue una referencia en el pensamiento social que se originaba en la academia. Como parte de esta renovación intelectual dentro de las universidades meridionales de Brasil también estará sin duda, Antonio Candido.
La tesis de doctorado de Ianni, presentada en 1961 con el título O negro na sociedade de classes, fue publicada como Metamorfoses do escravo, el primer libro de una extensa producción dedicada a vastos territorios de una sociedad en constantes mutaciones y desequilibrios. Metamorfoses do escravo ha sido reeditado en varias ocasiones, y trabaja alrededor de las configuraciones colectivas del esclavo en el estado de Paraná, y da cuenta de cómo estas configuraciones son centrales en la constitución de las relaciones sociales en que estos están inmersos. El planteo de Ianni puede interpretarse como un mapa del laberíntico territorio de la desigualdad brasileña, que indica el camino para desarticular la relación que establecieron el mundo blanco y el negro, en el que superioridad e inferioridad están determinadas por un sistema de representaciones que vuelven estériles los intentos por revertir la situación sólo desde lo económico.[4]
Su preocupación por el problema racial a la hora de la constitución nacional será continuada en varios trabajos a lo largo de toda la década del setenta. Algunos de los libros que publicó en esta dirección fueron recopilaciones de ensayos escritos en diferentes momentos, como Raças e classes sociais no Brasil y Escravidão e racismo. En ambos trabajos, publicados en 1970 y 1978 respectivamente, Ianni busca plantear el carácter análogo de la categoría marxista de clase, con la de raza, necesaria para analizar las particularidades nacionales de América Latina, que ya había tocado con Cardoso.
Ianni es consciente de que este acercamiento conceptual tiene una especial resistencia en la sociología liberal, que en los años setenta prefiere el concepto de clase al de uno más cultural como el de raza, que predispone el análisis de una sociedad en la que la industria y el capital ni siquiera han servido para promover una estratificación. Por ello escribe que:

varios sociólogos, antropólogos e historiadores de Estados Unidos (nítidamente comprometidos con las ideas liberales [...] rápidamente aceptarían la idea de que lo que predomina en Brasil es el prejuicio de clase y no el de raza, o de casta. Casi parece un accidente, sin especial relevancia, el hecho de que el negro o el mulato se concentren en las clases proletarias, entre los más pobres, en el campo y en la ciudad, en la pequeña o en la gran aglomeración urbana.[5]

En estos dos textos –Raças e classes sociais y Escravidão e racismo-, Ianni define lo que considera una ideología racial fruto de una conciencia social que determina las relaciones entre grupos, expresada por el blanco dominante. Además, realiza una crítica a trabajos como el de Gilberto Freyre, por haber considerado a la ideología racial como una expresión “más o menos transparente de las relaciones sociales, en lugar de una expresión transfigurada de esas relaciones”.[6]
A lo largo de los muchos años de reflexión y de su larga bibliografía, Ianni no olvidará la cuestión racial como desafío para construir una sociedad sin desigualdades ni exclusiones, y volverá sobre esto, aunque no siempre como tema central, en ABC da classe operária,[7] Classe e nação, Idéia de Brasil Moderno, que se publicaron ya a partir de los años ochenta. En algunos casos, como en Idéia de Brasil Moderno, Ianni escribirá acerca de la constitución de la idea de pueblo, y de las tres razas que configuran el país, incluyendo esta vez al indio. La cuestión del negro como causa de las mayores complicaciones intelectuales en Brasil, lleva a Ianni a afirmar que: “tal vez se pueda decir que el tema del negro brasileño se vuelve particularmente nítido en épocas en que la sociedad vive coyunturas críticas”.[8] Esto, para enfatizar que más allá de que Brasil parece tener menos conflictos raciales que otros países como Estados Unidos, de ninguna manera estos pueden desplazarse en momentos difíciles, que es cuando el racismo reaparece con toda su carga de contradicciones.
Otro tema al que le dedicó gran atención es a la conformación del Estado en las sociedades latinoamericanas en general, y brasileras en particular. Para Jorge Miglioli, esa dedicación puede centrarse inicialmente alrededor de las décadas del cincuenta y sesenta, en los libros Industrialização e desenvolvimiento social no Brasil, Estado e Capitalismo, O colapso do populismo no Brasil, Estado e planejamento econômico no Brasil: 1930-1970.[9] Estos cuatro textos fueron escritos en diferentes épocas: los primeros dos, un año antes del golpe de Estado de 1964; el tercero, a finales de 1966 y 1967 ya como respuesta al propio golpe; mientras que el último cierra la década y está escrito en una situación política diferente, cuando las políticas generadas por el golpe del 64 ya estaban consolidadas. “Tal vez por eso -según Miglioli-, Ianni se dedicaba allí a estudiar a la clase dominante brasileña en relación con el Estado, a través del análisis de las políticas económicas gubernamentales”.[10]
Para Miglioli es importante que estos textos analicen una etapa de profundo cambio de la sociedad brasilera, marcada por el crecimiento económico, la veloz urbanización –en 1940 la población urbana del país es cerca del 30 por ciento, y en veinte años, llegará al 50-, y una efervescencia política posterior al derrumbamiento del Estado Novo, que había ideado Getulio Vargas. Ianni hizo un esfuerzo en estos libros por analizar el fracaso de la burguesía nacional, compuesta en ocasiones por una burguesía bancaria, industrial, liberal, nacionalista, agraria, que sin perder completamente su poder político empezó a volverse incapaz de conseguir elegir un presidente que representase sus intereses de clase,[11] lo que permitió el lento despliegue de la participación política de otros sectores, especialmente los trabajadores urbanos.
Este crecimiento de la participación política de los trabajadores fue manifestándose no sólo en las ideas de los militantes del Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), sino en diversos grupos de partidos tradicionalmente más conservadores, como el Ala Moça del Partido Social Democrático (PSD), y el grupo llamado Bossa Nova, de la União Democrática Nacional (UDN). Tal efervescencia se acabó con el golpe de 1964, cuyos efectos fueron entre otros muchos la unificación de la burguesía y la lenta y violenta instauración del neoliberalismo. La unificación de la burguesía y su consecuente fortalecimiento, es para Ianni un elemento que permite que el propio Estado vaya resultando menos importante, innecesario para la imposición de los intereses económicos de la fortalecida. Las ideas liberales que sostienen las libertades y los derechos económicos se vuelven satisfactorias y, fundamentalmente, operativas.
Uno a uno, van entrelazándose los temas que interesan a Ianni, en un sistema de explicaciones que va ampliándose en la medida que sus argumentaciones lo necesitan. A partir de los años setenta, Ianni lleva su perspectiva de análisis a América Latina, en donde ve funcionar muchos de los problemas que veía en Brasil de manera particular: el populismo, las malformaciones congénitas de los Estados nacionales, la violencia, los problemas económicos, su dependencia, y la relación con los países llamados desarrollados.
Del transcurso de esta preocupación de confrontar este conjunto de factores negativos, nacieron los textos que analizan la cuestión latinoamericana, que venía a contribuir a la mirada que el autor empezaba a tener de Brasil, ahora anclado en una realidad continental más amplia, con más similitudes que diferencias, con más paralelismos que divergencias. A esta serie de reflexiones, contribuyen las estancias de Ianni en México, en donde da clases, y a la vez que estudia el gobierno de Lázaro Cárdenas, que por sus características puede compararse a los de Getulio Vargas y Juan Domingo Perón, en Argentina.
Imperialismo y cultura de la violencia en América Latina, de 1970, es el primero de esta etapa de reflexión sobre la región y sus presupuestos teóricos. Luego publicará Sociología da sociología Latinoamericana (1971), Imperialismo na América (1974), A formação do Estado populista na América Latina (1975) y El Estado capitalista en la época de Cárdenas (1976), en los que, creo, comenzará a plantearse de manera sistemática la “internacionalización de las contradicciones estructurales que caracterizan los problemas de América Latina”.[12]
Específicamente en el primer libro de este grupo, pueden verse ideas, argumentos y categorías de dos de los pensadores latinoamericanos más influyentes de esos años, Theotonio dos Santos y Raúl Prebisch,[13] que habían hecho de la CEPAL una usina de difusión de las nociones de dependencia y desarrollo. El autor critica aquí la idea de que la cooperación de los países subdesarrollados con los desarrollados contribuyera a mejorar la situación de los primeros.[14]
Quizá, por otro lado, uno de los aportes más interesantes del texto sea la incorporación de la violencia como un problema estructural latinoamericano, vinculado al imperialismo, el capitalismo, y el subdesarrollo, un tema que será analizado sistemáticamente por otros intelectuales latinoamericanos, como James Petras, y el propio John Saxe-Fernández.[15]
En los años noventa, de Ianni abordó de manera sistemática el problema de la globalización. El primer texto de esa serie dedicada a un fenómeno de amplitudes mayores fue A sociedade global, que se editó en portugués en 1992, y en 1998 en castellano. En este texto, Ianni advertía ya una ‘gran transformación’ histórica en el mundo a partir de la inauguración de la Perestroika en 1985, por lo que esto significaba como crisis para el socialismo y como victoria material y política del capitalismo:

De pronto, el mundo entero parece estar volviéndose capitalista. El mismo capitalismo que había comenzado a ser derrotado con la revolución soviética en 1917, se mundializa, se globaliza, se universaliza en poco tiempo.[16]

En La sociedad global, Ianni ve y analiza la formación de una sociedad civil mundial, el proceso de occidentalización del mundo, los fenómenos de desterritorialización y las formas en que el poder global ha conseguido articularse. Y realiza la crítica al horizonte de pensamiento de las ciencias sociales que no actualizan conceptos, categorías, leyes e interpretaciones que se han vuelto insuficientes. El desafío es reinterpretar realidades que ya habían sido explicadas o comprendidas, partiendo de una de sus conceptualizaciones más complejas, el Estado-nación.

Este es un aspecto de las controversias metodológicas que ha sido dejado en un segundo plano o en la sombra: se modificó sustancialmente el objeto de estudio de las ciencias sociales. El individuo y la sociedad que inspiraron la formación y buena parte de su desarrollo se ubicaban en el seno de la nación. El individuo y la sociedad que desafían a las ciencias sociales, a esta altura de la historia, se sitúan en algún lugar de la sociedad global.[17]

Metáforas de la globalización y Teorías de la globalización, publicadas en 1995 y 1996 en portugués, confirman las preocupaciones iniciadas con la publicación de La sociedad global, ven enriquecidas sus explicaciones económicas y políticas con algunos elementos culturales. Ianni pone en estos nuevos textos el acento en los sentimientos de los individuos acerca de su entorno y del mundo que habitan. Se trata de una ruptura drástica en los modos de ser, sentir, actuar, pensar y fabular, escribe Ianni al iniciar Teorías de la globalización.[18]
En estos libros se percibe la confirmación, para Ianni, del fenómeno que analiza. En la sociedad global, el autor asegura desde su primera línea que “la idea de globalización está en muchos lugares por los cuatro rincones del mundo”.[19] En un segundo momento, en Teorías de la globalización, Ianni escribe que “la globalización está presente en la realidad y en el pensamiento, desafiando a muchos en todo el mundo”.[20]
Está en muchos lugares, desafiando muchos en todo el mundo, dice Ianni, y esto puede interpretarse a partir de que está considerando que el fenómeno no afecta, por el momento, a todos. Algo que se modificará en A era do globalismo, donde Ianni parece no tener las dudas que iniciaban los textos anteriores, ya que ahora asegura que:

“El mundo entró en la era del globalismo. Todos están siendo desafiados por los dilemas y horizontes que se abren con la formación de la sociedad global”.[21]

Este texto avanza con la certidumbre de que el proceso de expansión del capitalismo extiende su capacidad civilizadora ahora sobre poblaciones no urbanas que aún eran opuestas a las transformaciones de la ciudad, homogeneizando las diversidades, haciendo estallar contradicciones, multiplicando desigualdades y finalmente, produciendo una gran transformación entre los individuos y las sociedades del mundo.



Beatriz Sarlo
Nacida en 1942, en la ciudad de Buenos Aires, Sarlo tiene alrededor de treinta años cuando empieza a publicar algunos artículos en la revista argentina Los Libros, en la que fue miembro del comité editor entre 1972 y 1976.[22]
Los Libros fue una publicación sostenida con el apoyo de Boris Spivacov, que había sido el fundador del Centro Editor de América Latina, cuyos aportes serán cruciales para ver plasmados en su momento el pensamiento argentino a partir de la segunda mita de los años sesenta. La relación con Spivacov le permite además a Sarlo escribir en algunas ediciones de Capítulo, Historia de la literatura argentina, una colección de fascículos de singular éxito en el paisaje editorial de aquella época. Además del muy citado El análisis estructural, que compila y prologa con el seudónimo de Silvia Niccolini.[23]
La irrupción de los trabajos de Sarlo coincide con el regreso de Juan Domingo Perón al gobierno y la instauración de un sistema de control violento iniciado ya durante el gobierno de su viuda, Isabel Martínez de Perón. Ya durante el periodo de gobierno de la junta militar que diera el golpe de Estado en 1976, Sarlo cofundaría la revista Punto de Vista. Punto de vista salió en 1978, y se convirtió en un emblema del pensamiento crítico y cultural del país, así como sitio recurrente para los análisis de Sarlo.
Allí aparecieron sus artículos también bajo el seudónimo de Niccolini, un camuflaje que de todas maneras no evitó la persecución militar de los últimos años de la dictadura militar argentina, que iría de 1973 a 1983. Punto de Vista es el escenario en el que comienza a mostrarse el fruto de su relación intelectual y afectiva con Carlos Altamirano, también co-fundador de la revista, junto al escritor Ricardo Piglia. Escribe Sarlo:

Carlos Altamirano, Ricardo Piglia y yo –dice Sarlo-, teníamos con la agrupación Vanguardia Comunista una relación de discusión política muy intensa y, como sucede siempre con partidos marxistas respecto de los intelectuales, nos propusieron tratar de reorganizar lo que llamaron el frente intelectual, totalmente fragmentado y disperso en ese momento. Nosotros tres empezamos organizando una serie de encuentros para discutir simplemente sobre literatura argentina y eso, en 1978, ya era un triunfo.[24]

Probablemente deba señalarse el hecho de que una de las primeras tareas de la revista fuera revisitar las producciones del grupo de la revista Sur, que tradicionalmente era colocada en la vereda de enfrente del partido comunista. Sarlo piensa que los años iniciales de la revista, que casi coincidían con el peor momento de represión en el país, fueron de gran aprendizaje, porque el proceso de ruptura ideológica iniciada llevó a los integrantes de la revista a discutir gran parte de las convicciones políticas que los había unido en la militancia.

Nos dedicamos a una relectura total de la obra de Borges; con María Teresa Gramuglio volvimos sobre la revista Sur y sobre la figura de Victoria Ocampo. También Sarmiento, José Hernández, la generación del 80, el nacionalismo cultural del Centenario. Nos pusimos a revisar a qué clisés habíamos obedecido cuando habíamos pensado sobre Victoria Ocampo y Sur, por ejemplo, un fenómeno central en la Argentina del siglo XX al que habíamos menospreciado por prejuicio ideológico y por ignorancia.[25]

A finales de la década del ochenta, publica junto con Altamirano, también en el Centro Editor, Conceptos de sociología literaria,[26] un pequeño diccionario que luego fue ampliado como Literatura/Sociedad[27] que se transformó en un clásico universitario durante los primeros años del regreso a la democracia.
Es justamente durante esos años de efervescencia después de la dictadura militar, que la revista -en la que ya firmaba sin seudónimos-, se consolida y a la vez que daba un giro. Ricardo Piglia abandona la publicación y se incorporan escritores que habían estado exiliados, como José Aricó o Juan Carlos Portantiero. Al decir de Sarlo, este giro tiene que ver no sólo con el crecimiento intelectual sino también con el ejercicio de escribir ya no desde la resistencia sino desde la defensa de un sistema que renacía:

Para 1982 nosotros ya habíamos aprendido a hacer una revista en condiciones de dictadura. Éramos el margen del margen, lo invisible de lo invisible, lo minoritario de lo minoritario, pero lo sabíamos hacer. Lo que tuvimos que aprender a partir de 1982 -y creo que la revista corrió allí el riesgo de desaparecer-, fue cómo hacer una revista de izquierda en condiciones de democracia. Del 83 al 84 hubo que aprender de nuevo y era un aprendizaje que acompañaba el aprendizaje que estaba haciendo la sociedad argentina.[28]

Unos años después, en 1985, apareció la primera edición de El imperio de los sentimientos; un texto sobre las ficciones sentimentales que a manera de folletines circularon periódicamente en el primer tercio de siglo del siglo XX. Es este un texto que, en una segunda edición, la autora colocará ya bajo el paraguas intelectual de los estudios culturales.[29] Centrado en el análisis del folletín, un género que por tradición pertenece al universo popular, aunque no sea de producción popular, este libro probablemente extrañó a algunos seguidores de Sarlo, que siempre asociaron y siguen asociando su obra a un elitismo cultural. Según Link:

Como ensayo (en el sentido de laboratorio), El imperio de los sentimientos ponía en escena el sofisticado eclecticismo teórico que Sarlo (junto con Altamirano) había volcado previamente en Literatura/Sociedad para dar cuenta, a la vez, de los procesos formales y los procesos ideológicos pero fuera del marco althusseriano que había servido desde fines de los años sesenta a ese propósito.[30]

Este texto es asociado por Sarlo en el prólogo de una reedición quince años después, a otros textos que aparecerían después de El imperio de los sentimientos: Una modernidad periférica (1988) y La imaginación técnica (1992). “Quizás vean, como yo –escribe Sarlo-, que El imperio de los sentimientos, forma sistema con esos otros dos libros porque, como ellos, se propone pensar la literatura desde la cultura y, también, la cultura desde la literatura”.[31]
Todos estos textos recorren el mismo periodo de la sociedad argentina, alrededor del proceso de modernización vivido por el país a principios del siglo XX. En el primero, Una modernidad periférica, quizá uno de los más celebrados, se aborda la década en que en Argentina se fragua su modernidad imperfecta. Sarlo sigue a autores como el Berman de Todo lo sólido se desvanece en el aire, o al Schorske de Fin-de-siècle Viena, estableciendo una relación profunda entre en arte y la literatura y una sociedad formándose entre la migración y admiración europea.[32]
Luego vendría Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, en 1994, del cual se hablará en los siguientes capítulos, y que puso a Beatriz Sarlo frente a una popularidad extraña curiosa. No es entonces casual que sobre esta preocupación la propia autora reflexionara desde las páginas de Punto de Vista, advirtiendo sobre la necesidad de establecer nuevos vínculos con los sectores populares.[33] Después Sarlo publicaría Martín Fierro y su crítica (1994) -en colaboración con María Teresa Gramuglio- e Instantáneas: medios, ciudad y costumbres de fin de siglo (1996). El primero es una antología que logra contextualizar al clásico de la literatura gauchesca argentina, rescatando la crítica y comentarios que la misma obra suscitó. El segundo, una recopilación de artículos y trabajos muchos de ellos publicados en diarios y revistas, del tipo de los que aún acompañan la producción de Sarlo. Estos últimos, publicados en la prensa argentina a partir de 1994.
Instantáneas: medios, ciudad y costumbres de fin de siglo es, en algún sentido, un complemento de Escenas de la vida posmoderna, ya que presenta al menos desde un punto de vista técnico, un nuevo conjunto de escenas que hablan de una sociedad fragmentada y mediatizada, al igual que el otro. Sin embargo, aquí el formato es, casi para igualarse a su objeto, un discurso fragmentado por la obligación periodística. No hay un afán totalizador, sino una suerte de mapa fotográfico de la sociedad argentina, como su propio nombre parece indicarlo.
Los siguientes textos, La máquina cultural (1998), Siete ensayos sobre Walter Benjamín (2000) La batalla de las ideas (2001), Tiempo presente. Notas sobre el cambio de una cultura (2001) y Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión (2006), fueron una nueva muestra de la versatilidad de Sarlo y de la amplitud que siempre buscó su mirada, para enfrentar los fenómenos sociales. El primero de esta serie es una vuelta a un tema dilecto: los productores culturales, con la lupa puesta en dos mujeres y un grupo: una maestra (Rosa del Río) y una promotora (si se puede simplificar de esa manera la función de Victoria Ocampo en la cultura literaria argentina) que Sarlo identifica fundamentalmente como traductora, y un colectivo de jóvenes cineastas vanguardistas. El objetivo de este libro, según Sarlo, era “mostrar el funcionamiento de una máquina cultural, que produjo ideas, prácticas, configuraciones de experiencia, instituciones, argumentos y personajes”,[34] a través del corazón del siglo XX argentino.
Los Siete ensayos sobre Walter Benjamin permiten pensar una paradoja. Por un lado, Sarlo dirigió el interés de muchos lectores hacia Benjamin, como otros lo hicieron hacia Foucault o Derrida, pero sería Sarlo quien también una crítica al uso excesivo al que la obra de éste fue objeto en los años que siguieron. En Olvidar a Benjamin, un texto anterior a estos siete ensayos, se plantea la necesidad de salvar al autor de “una especie de erosión teórica que carcome la originalidad benjaminiana hasta los límites de la completa banalización”. [35] Este mal para Sarlo también es propio de una de las disciplinas que han logrado mayor expansión en los últimos años y es lo que le lleva a decir que “todo el mundo habla de Benjamin, todo el mundo habla el esperanto de los estudios culturales”.[36]
El ensayo mencionado da cuenta de una postura tajante contra las modas académicas, especialmente a la afición cada vez más sistemática a la cita de los autores respetados del momento, más allá de la articulación de la explicación sociológica o teórica: “la suma sin problemas, como si se tratara de la neutralidad de una lista bibliográfica, de Benjamin, de De Certeau, Williams, Derrida y Foucault produce un animal monstruoso y no una nueva articulación de la teoría”, escribe Sarlo.[37] Esta posición probablemente coloque a Sarlo en el lugar excéntrico que reclamaba el propio Williams para sí mismo, ante la institucionalización de los cultural studies. Este puede ser uno de los múltiples espíritus con que fue escrito Escenas de la vida posmoderna.
Tiempo presente recupera ensayos y artículos escritos al calor de la actividad docente; son “anotaciones hechas a diario”, escribe Sarlo, en relación con “acontecimientos fugaces pero significativos”.[38] Este texto vuelve sobre algunas discusiones iniciadas en Escenas de la vida posmoderna: la ciudad, el lugar del intelectual, el de la izquierda, el abandono del espacio público, la pérdida del poder de la escuela. En él, además, se empieza a analizar la derrota política de los últimos años, la necesidad de no olvidar las deudas sociales del pasado, de la memoria y la historia. Algunos de estos elementos se ampliarán en Tiempo pasado, el más reciente texto de Sarlo, en el que la memoria y el relato testimonial sobre los años de la dictadura son analizados en pos de reivindicar la comprensión.


[1] Leme Faleiro, María Isabel y Crespo, Regina Aída (org), Humanismo y compromiso. Ensaios sobre Octávio Ianni, EDUNESP, 1996. El título de la tesis de Ianni es Raca y mobilidade social em Florianópolis.
[2] Ibid. Todas las traducciones del portugués son mías.
[3] Rugai Bastos, op. cit., p. 85-87.
[4] Ianni, Octavio, As metamorfoses do escravo, São Paulo: Difusão Européia do Livro. 2. ed., revista e ampliada, São Paulo, Hucitec , 1988.
[5] Rugai Bastos, op. cit. p. 96.
[6] Ianni, As metamorfoses do escravo, p. 97.
[7] En este texto, por ejemplo, el análisis se centra en un conflicto obrero en São Paulo en el que Ianni ve actuar a todos los sectores políticos de Brasil, incluida la Iglesia Católica, y en el que está en juego la misma idea de la democracia como desafío a la estructura de poder existente.
[8] Ianni, Octavio, A idéia de Brasil moderno, Brasiliense, São Paulo, 1992. p. 125.
[9] Miglioli, Jorge, “Estado e burguesia no Brasil nas décadas de 1950 e 1960”, en Leme Faleiro y Crespo, orgs. op. cit., p. 159.
[10] Miglioli, op. cit., p. 161.
[11] Miglioli, op. cit., p. 163.
[12] Ianni, Imperialismo y cultura de la Violencia en América Latina, México, Siglo XXI Editores, 1998. Esta es, según lo que el autor explica en el prólogo, una de las preocupaciones del texto en cuestión.
[13] Además, Ianni cita y recomienda ampliar sus interpretaciones con algunos textos de André Gunder Frank, Osvaldo Sunkel, Celso Furtado o el propio Fernando Henrique Cardoso, que, junto a los mencionados fueron artífices de una de las etapas del pensamiento económico latinoamericano más interesantes.
[14] Ibid., p. 53. Las cursivas son utilizadas también por el autor.
[15] Saxe-Fernández, John, Petras, Jaime, Veltmeyer Henry y Núñez, Omar, Globalización, imperialismo y clase social, Lumen Humanitas, 2001, Buenos Aires.
[16] Ianni, Octavio, La sociedad global, Siglo veintiuno editores, México, 1998. P. 11
[17] Ibid., p. 115.
[18] Ianni, Octavio, Teorías de la globalización, Siglo veintiuno editores, 1996, México.
[19] Ianni, La sociedad global, p. 1.
[20] Ianni, Teorías de la globalización, p. 1.
[21] Ianni, Octavio, La era del globalismo, Siglo veintiuno editores, segunda edición, 2001, México. p. 9.
[22] Parte de la información de este apartado ha sido tomada de las notas y artículos de Daniel Link. Ver, “Planeta Sarlo”, Radarlibros, suplemento literario de Página/12, 9/06/2000, Buenos Aires y “Calcomanías”, Radarlibros, suplemento literario de Página/12, 18/02/2001, Buenos Aires.
[23] Esta edición de 1977, con textos de Levi-Strauss, Barthes, Moles y Wahl, Verón, Gritti, es orientadora del pensamiento de Sarlo en este momento.
[24] Arenes, Carolina, “Marcar la diferencia”, 14/12/2003, entrevista en el Suplemento Cultura, diario La Nación, Buenos Aires. Nota: en ese momento, Sarlo militaba en el Partido Comunista Revolucionario.
[25] Ibid.
[26] Altamirano, Carlos, Sarlo, Beatriz, Conceptos de sociología literaria. Centro Editor de América Latina, 1980, Buenos Aires.
[27] Altamirano, Carlos, Sarlo, Beatriz, Literatura /Sociedad. Hachette, 1983, Buenos Aires.
[28] Arenes, “Marcar la diferencia”, op. cit.
[29] Sarlo, Beatriz, El imperio de los sentimientos. Vitral, Grupo Editorial Norma, 2000. Buenos Aires.
[30] Link, “Planeta Sarlo”, op. cit.
[31] Sarlo, El imperio de los sentimientos, p. 11-12.
[32] Sarlo, Beatriz, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Nueva Visión. Buenos Aires 1988.
[33] Sarlo, “Retomar el debate”, punto de Vista, Nro. 55, Buenos Aires, 1994.
[34] Sarlo, La máquina cultural. Maestras, traductores y vanguardistas, Ariel, Buenos Aires, 1998, p. 273.
[35] Sarlo, “Olvidar a Benjamin”, Punto de Vista, Número 53, Buenos Aires, Noviembre, 1995, pp., 16-19.
[36] Ibid., p. 17.
[37] Ibidem.
[38] Sarlo, Tiempo Presente, Siglo 21 Argentina, Buenos Aires, 2001. p. 10.

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